domingo, 27 de marzo de 2011

¡Simplemente: Ya!.

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La postergación es contraproducente. Es propia de ociosos, o de negligentes. Lo que hay que hacer, ¡hay que hacerlo YA!, sin demoras, sin retrasos, sin excusas. No se justifica que un servicio de adoración se vea interrumpido por fallas en equipos electrónicos, debido a falta de mantenimiento y la respuesta del encargado de electricidad es: ¡lo iba a hacer, pero lo dejé para después, y terminé olvidándolo!. Y, así como ese, sobran más ejemplos sobre lo inconveniente de la postergación. Cuando Dios estaba en la Creación del mundo, no postergó cosas para luego: TODO lo que había que hacer, para que su obra fuera perfecta, lo hizo de una vez. Jesús tampoco pospuso su tarea de salvación para cuando las cosas estuvieran mejor: Todo estaba ya escrito, y como tal había que cumplirlo, ¡en el momento destinado para su cumplimiento!. Tal como la luz del día, acatando los designios de Dios, sale a la hora convenida, porque en la naturaleza no hay postergaciones a la voluntad de Dios, así debería ser el cumplimiento de tus obligaciones ante Dios. Esos juegos mentales, son para enfatizar que si nuestro Padre Celestial no jugó a la postergación, pues no acepta que sus hijos posterguen sus responsabilidades ...., porque sino seguirán cayéndose servicios de adoración o de evangelismo porque las cosas se dejaron de hacer. amanecer.jpg

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