¿Has ayudado a algún desempleado?. ¿Has averiguado como ayudarlos?.

Hoy es día de cobro. ¡Cuánta alegría para muchos!, pero para el desempleado es un día como cualquier otro. Con la misma carga de angustia. ¿Cuántos desempleados conoces?. ¿Te has propuesto hacer algo para ayudarlos?. Ciertamente veo tanta indolencia, por la facilidad para criticar al desempleado, y la más absoluta frivolidad para ayudarlos. Si bien es cierto que hay el llamado "mantenido", o holgazán, que no le gusta trabajar pero eso ya es "harina de otro costal" como dicen acá en Venezuela, y a los tales hay que dejarlos que aprendan una lección. Pero respecto al verdadero desempleado, el que sale cada día a buscar trabajo y no haya, pienso que expresamos la calidad de nuestro amor cristiano "dándoles una mano", bien sea recomendándolos, o agilizando trámites en su currículo (incluso enseñándolos a elaborarlos), o dándoles el pasaje para que puedan asistir a la entrevista, o facilitando fotocopias de recaudos que les exigen en una empresa, o dando números telefónicos de posibles personas que puedan ayudar a solucionarlos, aunque sea temporalmente, es que en fin, son muchas las formas de ayudarlos ¡si tienes el deseo y voluntad!. Es cotidiano encontrarse con un desempleado, lo cual te debe indicar que en tu oración matutina cotidiana deberían estar presentes los nombres de esas personas, para que Dios haga la obra de bendecirlos con un trabajo digno. Muchos desempleados se debaten en la angustia de administrar al máximo sus ahorritos, entre los gastos de buscar empleo y sus obligaciones familiares, lo cual además de haberlo vivido yo mismo, lo he visto luego en muchos padres con tan indeseable situación económica. En esa situación se sufre mucho, se duerme mal, se come mal, se pasan muy mal los días, se llega incluso a pensar en ideas suicidas en algunos casos críticos (de hecho son cotidianos y lamentables esos casos de suicidios de desempleados). Si no tienes deseo o voluntad de ayudarlos, entonces por lo menos no hagas mayor su desgracia con tus ácidas críticas, que te convertirían en una persona miserable, por tu absoluta ausencia de humanidad al padecimiento ajeno (y reitero, no me refiero al desempleado holgazán, sino al desempleado que no encuentra empleo pese a procurarlo).