¿Disfraz espiritual?

Estamos en carnaval. Las celebraciones de estas fiestas son muy vistosas y alegres para la gente del mundo. Pero a la vez, representa la época del uso del disfraz, que muestra la posibilidad de todo humano de mostrar un disfraz que oculta su real apariencia y personalidad. Estos disfraces incluyen a niños y adultos, y aunque parezca cómico, ni las amadas mascotas se salvan de ser disfrazadas en tal fecha. Y, la reflexión de hoy es que ante Dios, el uso del disfraz de la personalidad es imposible, porque Él nos conoce, y porque a Dios es imposible y absurdo tratar de engañarlo. La única relación que Dios acepta para con Él, es la de la autenticidad, la de la verdad: Él no acepta máscaras, por tanto cuando creemos que con un disfraz de falso adorador o falso servicio lo podemos engañar, lo que en realidad ocurre es que nos engañamos a nosotros mismos. Tenemos que llegar a Dios con corazón arrepentido, con actitud humilde y con verdaderos deseos de servirle por lo que Él representa y por lo que ha hecho por nuestra causa espiritual. Hay disfraz espiritual cuando nuestras intenciones no son auténticamente de servicio, sino por interés de conseguir algo (una novia, un empleo, etc) o por simple y efímera emotividad.
Otro disfraz diferente al del falso adorador, es el de lobo vestido de oveja, que llena la congregación de chismes, de críticas, de divisiones, de tanta cosa mala que genera inarmonía entre la feligresía.

Respecto a participar o no en las festividades de carnaval, queda la reflexión que se trata de una festividad pagana, donde hay relajo de emborrachamientos y fornicación, que aún cuando no sea esa nuestra intención, no se deriva de sus festejos nada que glorifique a Dios, ni en forma alguna aporta edificación al cristiano o la congregación.