
Escribir me parece muy relajante. Hasta muy privado y muy íntimo, porque es una comunicación silente entre el papel (o laptop) y yo. Algunas veces he seguido aquel trillado consejo de anotar en un papel las cosas que me angustian, y asumir el compromiso de desecharlas de mi vida al destruir dicho papel. De alguna forma, que no tengo tan clara, manifiesto que a mí me ha dado resultados. Y, hoy se me ocurre pensar que tú puedes escribir en un papel aquellas angustias que te roban tu paz, y más que seguir el rito de quemar el papel, es que tales problemas tan privadamente allí anotados, se los confíes definitivamente a Dios, y, le puedes dar gracias por anticipado, porque una vez que confías una causa a Dios, cualquiera que sea, ten la seguridad que cual Padre, no te va a quedar mal. Piensa: ¿acaso no te gusta que tu hijo te confíe sus problemas?, pues puedes estar seguro que igualito ocurre con Dios y tus problemas. Lo que harás luego con el papelito no importa tanto, porque lo verdaderamente importante es lo que hará Dios con tus problemas.
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