miércoles, 26 de enero de 2011

Subiendo escaleras.

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Subir escaleras me deja una moraleja para compartir contigo. Sucede que si no estás en buena forma física, al subir escaleras te agotas, y detienes tu marcha, para reponer energías y luego seguir el ascenso. ¡Que tremenda coincidencia!, que igual acontece al cristiano porque sino está preparado para afrontar las asechanzas de cada día, termina por sucumbir ante Satanás. Hay que templar el espíritu, y hacerlo rígido ante cualquier debilidad que quiera desviarte del camino que Dios ha trazado para tí. Todo ascenso requiere preparación. Eso lo saben perfectamente los alpinistas, pero como no soy alpinista, pero si sé lo que es subir varios pisos por las escaleras y el agotamiento que produce, puedo entonces afirmar con base que, siendo tu vida un ascenso espiritual permanente, debes entonces prepararte permanentemente.

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