Armonía cristiana.

Un amigo me comenta: cuando termino de trabajar, lo último que me interesa es llegar a la casa, porque es todo un infierno de pleitos y reclamos tanto de la mujer como de los hijos. Y ese no es, ni un caso aislado, ni exclusivo de hogares inconversos, y que debe llevarnos a la reflexión sobre el rol que todos jugamos dentro del grupo familiar para que se respire ambiente de armonía, caracterizado por paz, tranquilidad, alegría, unión. En un ambiente de armonía no existen resentimientos ni tampoco dobles caras. Pero sucede, que en tu trabajo también puede reinar ese ambiente inarmónico que te indispone el ir a trabajar. O incluso en la misma iglesia puede estar ocurriendo por conflictos desbordados, que originan tu apatía a asistir. Ora para que esas influencias negativas de inarmonía se alejen de tu casa, de tu trabajo, de la iglesia, y si se requiere que confrontes a una o varias personas, que con o sin intención están causando inarmonía, encomiéndate a Dios para que los confrontes buscando solucionar el problema. Todos tenemos alguna cuota de responsabilidad para mantener la armonía cristiana dondequiera que estemos. Un ambiente de armonía es bello, es saludable y debería ser la norma en las interacciones humanas. Si el Universo es armonía física, y Dios es armonía, ¿por qué no puede reinar la misma armonía entre los humanos?. Hagamos lo que corresponda para lograr la belleza de la armonía entre nosotros. La vida cristiana sin armonía, es una vida fuera de lugar.