domingo, 12 de diciembre de 2010

El milagro del amor navideño

Alguien dijo: es muy triste ver parejas divorciándose, precisamente en Diciembre, cuando ante tal desenlace se sustituyen las energías positivas de la Navidad, por arreglos de abogados y discusiones por la custodia de los hijos. Pero, esa es una verdad a medias, porque un divorcio es muy lamentable en cualquier época del año. De hecho, un divorcio es una aberración a los Planes de Dios, quien instituyó la familia, no para que se divorcie, sino para que se complementen todos sus miembros y nada los pueda desunir. En esos términos, es una victoria mayúscula de Satanás ante Dios, porque logró matar al "amor" y sustituirlo por rencillas. distanciados.jpg::www.matutinosespirituales.blogspot.comQue yo sepa, Dios no bendice a un matrimonio con rencillas, sino con amor. Si en estos días, atraviesas por esa situación, aprovecha de invitar a tu pareja a que tomen este mes para reflexionar más y aún mejor, la forma de ver cómo se podría rescatar el matrimonio, bajo la premisa, de que si lo pones en manos de Dios, que fue quien instituyó el matrimonio, alguna solución diferente al divorcio aparecerá para apaciguar las rencillas, y restituir el amor. Porque creo en la fuerza del amor, y en la Provisión de Dios, te invito a que sigas la anterior recomendación, para el bienestar de tu familia y del tuyo propio, y experimenta el milagro del amor navideño, que tiene la fuerza regeneradora más potente que puedas imaginar, y que lo he visto obrar en forma de reconciliación en muchas personas que han llegado a esta época con sentimientos enturbiados, para luego reconciliarse; y, no veo ningún motivo que impida que esta Navidad vuelva a producirse tan maravilloso milagro de amor. Cuando dejes de creer en la vigencia y en la fuerza de los Milagros de Dios, tu vida dejará de ser un milagro, porque por el milagro de la Sangre de Jesús, es que Satanás no puede disponer de tí a su maligno antojo. Un Milagro de Dios, no sólo es la expresión de un renacer financiero o de restitución de la salud, sino también el invalorable rescate de un matrimonio enfermo de crisis conyugales, o de una reconciliación padre-hijo amarrada por artimañas divisorias satánicas. ¡Que viva Dios!, ¡Que viva la Navidad!, ¡Que viva el amor!, ¡Que viva la familia!, ¡Que viva el matrimonio!, ¡Que viva el amor de nuestros hijos! ... por Dios, dí: ¡Amén!.

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