Cuando tienes a Dios en tus acciones y en tus dichos, no tienes temor de nadie. Ni tienes que esconder la cabeza ante nada. La vivencia espiritual con Dios, le da dignidad a tu vida, además de tranquilidad, serenidad, paz, valor, etc. Ningún enemigo es demasiado grande, ni
ningún problema demasiado entrabado, como para que puedas vacilar del apoyo de Dios. Dios empequeñece los problemas, pero debes tenerle a Él esa fe. Y, algo más: Si sientes verguenza en manifestar tu ciudadanía cristiana, eres como el avestruz, y así hará Dios contigo en la Eternidad, es decir, como nunca vió tu cara proclamándole, pues no te reconocerá. Es semejante a la situación de aquel chico que dice amar a una chica, pero cuando la ve, hace "operación avestruz", y, el resultado es que ella nunca vió amor valiente y digno en el chico, y por tanto "lo ignora".

No hay comentarios:
Publicar un comentario