
Siempre habrá problemas graves y muy fuertes, pero siempre tendrás en Dios la solución a los mismos. Alguna vez tendrás que experimentar la negativa sensación de derrota, de desilusión, de incertidumbre, pero siempre sabrás que en Dios estará esperándote el mayor y más seguro apoyo consolador. El cristiano tiene por anticipado ganada las peleas, si las pone en manos de Dios. El cristiano no debería ser víctima de angustias, porque tiene toda su confianza revestida con la Presencia de Dios. Ante estas circunstancias, no renuncies nunca a nada ni nadie, porque lo que es para tí, viene con el sello de garantía de la bendición de Dios.
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