Encomienda a Dios tu salida.

Llueve intensamente y el transporte urbano se pone difícil. No te preocupes por tu hora de llegada al trabajo. Encomienda a Dios tu salida y verás como todas las cosas se desarrollarán para tu beneficio; compruébalo, ¡sólo ten fe!, y verás grandes y sorprendentes maravillas. No podía ser de otra forma, ¡porque nuestro Dios es maravilloso!. Es muy sano desarrollar el hábito de confiar a Dios nuestras cosas: oye, pero eso no significa un simple creer intelectual, ya que significa un creer convincente, inexorable, indubitable, de que Dios "no te va a quedar mal". Cuando desarrolles ese hábito, repercutirá en mayor tranquilidad para tu vida, y cuán sorprendido quedarás de los resultados.