¿Puede mostrar tristeza un ser humano que está disfrutando de las bendiciones de Dios?. ¡Definitiva y rotundamente que no!. Lo cual no quiere decir que no tenga problemas, sino que tiene la absoluta confianza que Dios le guiará hacia la solución más acertada y más conveniente. Esta circunstancia, rebosa de optimismo, entusiasmo y regocijo, al corazón de todo cristiano. Y, ¡que tal!, que no podría ser otra silueta que la de la alegría, la que permanentemente se va a esculpir en su rostro. Déjenme darles una buena noticia: no hay mejor rejuvenecedor, que un espíritu alegre y una bella sonrisa. No hay mejor gancho social, que el regocijo que mostramos a los demás. No hay expresión más sublime, más artística, que la alegría expresada en lindísimas sonrisas.
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