Cristianos coperos.

¿Quién no aspira la victoria en todos los proyectos que emprende?. La vida misma es una victoria del espermatozoide que de entre millones, logra fecundar al óvulo. La vida es una victoria frente a los óbices de la naturaleza, como también frente a los infaltables y recurrentes problemas, que no sólo azotan nuestra vida, sino que a veces la hacen zozobrar. Todo es una lucha para buscar una victoria: estudias para ser un victorioso profesional, tienes hijos para hacerlos victoriosos profesionales, tienes una empresa para hacerla victoriosa frente a la competencia, compites en eventos para ser el victorioso campeón, etc.
Por cierto, ayer la selección de Uruguay metió en su vitrina el trofeo Copa América No.15: y eso es producto de un trabajo esforzado y constante de su equipo técnico, dándonos la moraleja, que pese a que muchas oraciones llegaron al cielo, de todos los países representados en esa Copa, la bendición de la victoria, recayó en el que mejor supo trabajar para alcanzar esa Copa, de forma, que aún cuando todos esos países de seguro reunían méritos para alzar la Copa, ¡Se la llevó el mejor!.
Así es en la vida diaria, así tengas incuestionables méritos, y así pidas la ayuda de Dios, sino te esfuerzas por ser el mejor, de seguro verás como "otros alzan el trofeo que tú aspiras" y no por sordera de Dios a tus oraciones, sino por falta de preparación de tu parte. Apoyo aquello de que la suerte sí existe, ¡pero para los mejor preparados!, de forma que para esos campeones del esfuerzo, la victoria no es un regalo de la suerte, sino un premio a su esfuerzo, y a sus muchas oraciones pidiendo a Dios la ayuda para seguir adelante y vencer tantos obstáculos que se les atravesaron.
¿Has escuchado aquello de "ayúdate que Dios te ayudará"?, pues sucede que con el granito de esfuerzo diario que aportas a tu vida en preparación y oración, estás así colaborando con Dios, para hacerte llegar la Copa de la victoria. Para ser un "cristiano copero", hay que ser como los equipos coperos: trabajar, prepararse, ser constante, y tener fe en sí mismo de que si es posible premiar el esfuerzo realizado con la tan anhelada Copa de la victoria. ¡Cómo se goza sabroso cuando se gana!. Ora y prepárate, y ¡serás un cristiano copero!, que siempre estarás sonriente ante las constantes victorias que premian tus esfuerzos. Amén.

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