El gran problema de los seres humanos es el control de su lengua. Si bien es cierto, que bien utilizada es una gran bendición, porque redunda en apoyo y palabras sabias; resulta que cuando la empleamos mal, no necesariamente con malvadas intenciones, sino con inmoderación en lo que decimos (y el cómo lo decimos), en estos casos va a ser causa de divisiones y hasta resentimientos en otras personas que pueden resultar heridas emocionalmente por la inmoderación del verbo utilizado. Lo cierto es que les solicito ahora que vean el video anexo, que desarrolla con breves reflexiones pastorales, la idea acá vislumbrada como introducción.
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