
La mejor muestra de amor a nuestros hijos, es guiarles a la vida cristiana y las bendiciones que esto repercute. Eso requiere guiarlos al conocimiento del valor del sacrificio de Jesús en la cruz, para que ellos, en su mismo libre albedrío, tomen la decisión más importante de sus vidas: que es aceptar a Jesús como único y suficiente salvador personal. Guiarlos a ese paso, es la misión más valiosa de una madre o un padre. Forjarles la identidad cristiana es una bendición en la vida de un ser humano en proceso de formación madurativa, porque el Espíritu Santo va haciendo la obra de transformación espiritual más maravillosa de la naturaleza, que es darles a esos pequeños la semejanza con la personalidad de Dios: ¡maravillosa y bendita metamorfosis espiritual!
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