Tantas veces he escuchado: ¿Por qué Dios no me facilitó los trámites en la carrera profesional de XX, si tanto se lo pedí en oración?. Incluso, no menos frecuente es esta otra: "Mi amor por XX era tan sincero y Dios no me la concedió". No dudo que esas frases u otras semejantes las escuchó alguna vez el lector, y, tampoco dudo que esas mismas personas que alguna vez no obtuvieron la chica que querían o el empleo que querían, que tanto se lo pidieron a Dios en oración, sucede que años después se les ve felizmente casados, y prósperos en alguna carrera profesional o en algún negocio propio. Es que la Voluntad de Dios para nuestras vidas es perfecta, y muchas veces no sabemos reconocerla. Si algo hemos puesto en las manos de Dios, debemos estar claros en que sólo Él sabe lo que más nos conviene, y su respuesta será de bendición para nuestras vidas. Porque el matrimonio con una mujer que no te conviene, se convierte a futuro en una "carga innecesaria", o el empleo que significa cambiarte de ciudad y dejar sola a tu familia, y que lo procuras contra toda señal que Dios te ponga por delante, lo único que te dejará son "cargas innecesarias" de frustración y desencanto. Poner tus asuntos en manos de Dios, no es que el sea el mago que hará realidad las cosas como las queremos, las cosas con Dios no funcionan de esa forma; poner los asuntos en manos de Dios es poner toda nuestra confianza en Dios y pedirle que retire de nosotros las "cargas innecesarias" y nos guíe hacia las metas que verdaderamente nos harán prosperar como personas y como cristianos.
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