¿Cuando tu matrimonio está hecho un desastre, le diste a Dios el 1er lugar en tu matrimonio?. ¿Cuando tu situación en tu trabajo ya es inaguantable, le diste a Dios el 1er lugar en tu vida?. ¿Cuando tus relaciones interpersonales con parientes o amigos están por el suelo, le diste a Dios el 1er lugar en tu vida?. Todas las anteriores preguntas son con el objeto de reflexionar que cuando le damos a Dios el 1er lugar en nuestras vidas, ni el matrimonio, ni el trabajo, ni las amistades, deben devenir en insoportables situaciones de conflictos. Con Dios en 1er lugar, tú nunca serás el último en tu trabajo, todo lo contrario; y lo mismo aplica a cualquier esfera de tu vida. De manera que cuando las cosas parezcan no ir como lo merece un hijo de Dios, tu pregunta básica es: ¿le estoy dando a Dios el 1er lugar en ese asunto, o en todos mis asuntos?, porque si la respuesta es positiva, no debes temer mal alguno.
Cuando te dispongas a salir a trabajar, repite internamente: ¡Dios, Te doy el 1er lugar en todos mis asuntos!, y Dios hará la obra, porque Dios no defrauda a sus hijos, y escucha nuestras oraciones, ¡ves que es sencillo!.
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