
Hay peligros latentes en esta vida, tanto para los irracionales animales, como para los racionales humanos. pero el ser humano tiene la ventaja, de disponer del raciocionio que le puede permitir estar alerta a esos peligros. Eso significa una actitud preventiva, permanente, reflexiva, a los eventos como se van presentando. De lo contrario, cual animales irracionales, seremos devorados por el infortunio, en cuyo caso, el raciocinio no nos hizo más aptos que el ingenuo y desprevenido pichón que cae devorado por algún depredador. Estar alertas es afinar los sentidos. Es estar preparados. Y, la vida espiritual es un permanente campo espiritual de batalla. Cual soldados, debemos estar preparados para resistir embestidas del demonio. Parece olvidar el desprevenido cristiano, que cual cruel serpiente, ¡así te devora Satanás!, sin remordimientos, con crueldad, con hambre de devorarte. Imagina que la serpiente de la figura es Satanás, ¡te parece terrorífica verdad!, pues, peor aún es la cruel voracidad del enemigo, con un veneno más letal, porque quiere apoderarse de tu alma. Conocer a Jesús no es suficiente; hay que escudriñarlo, hay que vivirlo, hay que pedirle su Sabiduría, su Protección, su Seguridad, para que rodee nuestra vida con su Sangre Protectora de toda maldad y maleficio. Creerlo, es vivirlo, no basta el creer intelectual, de hecho, la serpiente le encantaría que te conformaras con el puro creer intelectual, ¡que ella hace el resto!.








La frase la ví oportuna, porque Satanás nos quiere manipular a través de nuestros mejores amigos, o incluso a través de nuestro Jefe, a hacernos tomar parte en cosas que no son correctas: bebidas alcohólicas, fumar, apostar, etc, con el pretexto de ser anticuadez, o que eres un delicado, o quién sabe qué pretexto para hacerte caer. Eso es muy cotidiano, y muy incómodo. Lo has vivido quizás, en reuniones sociales en tu empresa, pero tu respuesta firme debe ser: "¡No te va a gustar, pero soy cristiano y no participo de esas cosas!", conducta muy semejante a la asumida por José con la esposa del Faraón de Egipto. La frase pudiera sonar discriminatoria, o como a estigma a integrarte a otros, pero no es ese su contenido, ya que expresa tu innegociable decisión personal de dar a Dios el puesto que le corresponde en tu vida. Cuando la mujer cristiana casada, recibe halagos insinuantes de terceros (muy de moda en el trato moderno entre hombres y mujeres), por muy disfrazadamente galantes que parezcan ser, debe recordar a ese galán que primeramente es una mujer casada, y es conocedora que su marido no le agradan comentarios insinuantes a sus encantos, y, ¡que Dios no ve con buenos ojos esa permisiva complacencia!. Cuando te quieren hacer cómplice de acciones ilícitas, bien sea de hecho o por ser testigo presencial, no puedes tomar parte. Cuando sabes que se está infringiendo a la verdad, no puedes apoyar. Cuando oyes que hablan mal de alguien, tampoco. En fin, son tantas situaciones cotidianas que me gustaría traerlas a la reflexión, pero el matutino es una reflexión breve y me limito a lo ya expuesto. 































